viernes, 18 de mayo de 2012


Intenté salir. Intenté verme agradable. Soy una misión imposible. En estos últimos cuatro meses trato de jugar al vampiro y no reflejarme en el espejo.  Además de verme como una tabla de planchar, tengo la sensación de estar en medio de una explosión hormonal de arrugas. Cuando salí del departamento todo estaba de maravilla. En el ascensor, todo seguía igual. Los primeros pasos en la calle comenzaron a molestarme. Y cuando llegué a completar menos de treinta metros, me desperté antes de la pesadilla y encontrarme con ESO. Otra vez los sonidos comenzaron a ser más fuertes y empezaba a faltarme el aire. Así que evité avanzar casilleros y volví sobre mis pasos. Vi como Don Florindo, el portero, miraba culos mientras repasaba los vidrios y extrañamente sentí alivio. Iba a subir por las escaleras, pero se me ocurrió preguntarle:
Florindo, ¿el edifico es apto profesional, no?
Sí, ¿por qué?
Qué curioso que sos Florindo, ¿estás seguro que tenés pito?
- Por urgencias, ¿me podría anotar a qué se dedica cada uno 
   en un papelito?
- ¿Buscás uno en particular?
Chusmatología para sacarte turno.
- No, para saber.

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