domingo, 20 de mayo de 2012


Por la tarde vinieron mi mamá y ML, mi hermana. Todo empezó mal desde que se bajaron del auto para tocar el timbre. Según mi mamá soy una desagradecida por “siquiera bajar a recibirlas”. Durante el viaje, evidentemente, se olvidó de la parte que vino a visitarme porque estoy turuleka. Así que discutimos cinco minutos por el portero eléctrico, hasta que mi hermana se cansó de nosotras y de como los vecinos del edificio se enteraban, por los griteríos, de nuestras diferencias.  Apenas le abrí la puerta me soltó un:
 - Estás terrible. Horrible, nena.
Mi mamá no estaba mejor que yo, así que no me preocupe. Además, ya sé que estoy terrible y horrible. Yo la quiero, pero después de que mi papá la dejó por una japonesa veterana oriunda de Nueva York y que su madre murió, sé que las cosas no son fáciles para ella: su nuevo hobbie son las compras compulsivas y tirar zeppelines en la cara a la que está más dispuesta a  recibirlos, o sea yo, porque a mi hermana y mi hermano si bien les pasa rozando, no les emboca. Como no podría ser de otro modo, comenzó criticando mi vajilla (que no es mía, es de su madre) manifestando que no estaban hechas a la altura de las masitas que “con esmero seleccionó”. Después criticó a Capitán; “el perro roñoso con olor a riachuelo que me regaló el-divino-de-Martín”. Así que tuve que encerrar al pobre animal, para que no le ensuciara sus “inmaculadas prendas bien selectas”. Mi hermana tiene el don de la templaza, así que en ningún momento la vi encolerizándose. Para ella estaba todo bien. La verdad es que si alguien me hubiera susurrado las palabras claves de apoyo, hubiese superado todos mis miedos, únicamente para pasearla por el medio de la Avenida San Juan, a que sintiera las caricias de unas cuantas llantas  para luego traerla de nuevo a seguir masticando sus masitas de pedigrí.
 -¿Por qué no llamas al santo de Martincito para que te venga a hablar?
 - Mamá...Martín y yo no vamos a volver.
 - Pero si es tan divino, caballerísimo. Nena, te va a ayudar.
Yo creo que si mi mamá se las empeña conmigo, es porque de alguna manera ella sabe que sigo su camino. Claramente está proyectando. Ella quiere volver con su ex marido, pero su ex marido no tiene intenciones de volver con ella. La diferencia es que yo sí quiero terminar con esta vida roñosa con olor a riachuelo.