viernes, 29 de junio de 2012

Huí del departamento de Clara. Salí hecha un torbellino poseído; inclusive, casi me quedo con su picaporte en la mano. Pero ahora se me escapa un mar de lágrimas por todos los orificios. Soy un colador humano. Está bien, en algunas cuestiones Clara tenía toda la razón. Yo no cumplí con lo pautado. Pero de todas maneras no era necesario tanta crudeza. Sus palabras aterrizaron en mi cara como bolas sangrantes de carne picada. No sé si quiero verla otra vez.