sábado, 26 de mayo de 2012


Todavía tengo los restos de shampoo en el oído. Me explotó el calefón. Comencé a bañarme cuando escuché una mini explosión proveniente de la cocina. Automáticamente el agua caliente, dejó de ser caliente para volverse helada, como una catarata meteórica de hielos Rolito. Finalmente terminé sujeta a el palo de la cortina, de la que me prendí hasta con los dientes. De todos modos me enrollé, pero evitó  que rodara por la bañera y me abriera un parietal. Inspeccioné el calefón con cierta distancia y concluí que si indagaba con mano propia, además de terminar perdiendo el calefón del todo, probablemente también lo haría con la  mano. Lo único que me falta para cantar bingo es ser manca. Si dentro de 48 hs la situación no se arregla por sí sola, voy a tener que hacer algo que va en contra de mis leyes naturales: pedirle al portero que se asome por mi departamento para indagar en el artefacto. 
No quiero llamarlo; me enerva como parlotea desde las 6:00 am con los encargados de los edificios vecinos, y me encoleriza más, su manera descarada de fisgonear los culos  locales y visitantes que se pasean por el hall. Pero otra alternativa no tengo.