Encerré a Capitán en la cocina. A las 16 hs vino
Clara, la terapeuta. Cuando abrí la puerta me dio la sensación de que estaba ayudando a
una paciente del Moyano a refugiarse. Clara debe tener unos 55 años perfectamente disfrazados por un pelo rubio de permanente. Lo primero que noté fueron unas
alpargatas beige, que eran visiblemente incompatibles con el vestido negro con
flores rojas que la envolvía, y un desafortunado saquito verde manzana, que asumí, intentaba
aportar un aire más canchero al resto. Pensé que quizás era su uniforme de
entre casa y de feriado. Pero lo peor era que no podía dejar de mirarle los
dientes. Tiene dientes de conejos, uno más picado que el otro. Le ofrecí café y
se encendió un cigarrillo. Cuando terminó de revolver fue directa:
- Miriam, mi asistente, me adelantó algo, pero decime, ¿por qué crees
vos que necesitás estos encuentros?
vos que necesitás estos encuentros?
- Me
siento mal cuando estoy en la calle.
- ....
- Hace
ya unos diez días sentí que me iba a morir. Es una sensación que
que creo, no podría llegar a soportar de nuevo.
- Bien,
¿ya te había pasado?
- Sí,
pero no tan fuerte.
- ¿Cómo
fue eso?, me refiero al más fuerte.
- Fue el lunes. Pasó en el colectivo.
- ¿A dónde ibas?, ¿qué colectivo tomaste? ¿Qué hacías?...
- Fue el lunes. Pasó en el colectivo.
- ¿A dónde ibas?, ¿qué colectivo tomaste? ¿Qué hacías?...
- .... Viajaba en el 101 hacia la productora, yo soy fotógrafa. Estaba
sentada muy relajada mirando como un viejo se acomodaba el peluquín
sentada muy relajada mirando como un viejo se acomodaba el peluquín
discretamente. Evidentemente tan discretamente no. El
colectivo
aceleró y cruzó en rojo. Quedamos varados en el medio de la Avenida
Santa Fe. Los conductores de la mano izquierda parecían estar
desmayados sobre los volantes porque los bocinazos eran lineales,
parecidos a un ringtone polifónico. Cuando por fin avanzamos un bebé
rompió en llanto; lloraba demasiado agudo, como un Nenuco falseado.
Todo empeoró cuando empezó a combinarlos con intentos de palabras.
Yo no soy muy paciente con los nenes; para mí deberían empezar a
hablar cuando dejan de llorar; las dos cosas al mismo tiempo son un
cóctel explosivo. Cuando todo pareció normalizarse, de repente,
empecé a sentir que el corazón se me deformaba de tanto que latía.
Me faltaba el aire; pensé que me iba a morir tendida en el asiento
y que mi última imagen iba a ser el e-mail de laloquitadeboca escrito
con fibrón negro en el asiento delantero. Empecé a moverme
aparatosamente. El colectivo iba lleno y no quería que desde afuera se
viera que a la novia de Robocop le estaba dando un corto circuito...
Santa Fe. Los conductores de la mano izquierda parecían estar
desmayados sobre los volantes porque los bocinazos eran lineales,
parecidos a un ringtone polifónico. Cuando por fin avanzamos un bebé
rompió en llanto; lloraba demasiado agudo, como un Nenuco falseado.
Todo empeoró cuando empezó a combinarlos con intentos de palabras.
Yo no soy muy paciente con los nenes; para mí deberían empezar a
hablar cuando dejan de llorar; las dos cosas al mismo tiempo son un
cóctel explosivo. Cuando todo pareció normalizarse, de repente,
empecé a sentir que el corazón se me deformaba de tanto que latía.
Me faltaba el aire; pensé que me iba a morir tendida en el asiento
y que mi última imagen iba a ser el e-mail de laloquitadeboca escrito
con fibrón negro en el asiento delantero. Empecé a moverme
aparatosamente. El colectivo iba lleno y no quería que desde afuera se
viera que a la novia de Robocop le estaba dando un corto circuito...
- Continúe.
-
Traté de actuar un poco y no bambolearme tanto. Automáticamente
me incorporé de un tirón como expulsada por el mismo asiento.
Parecía una participante de un programa para ganar plata conducido
por Julián Weich. Tenía que bajarme y correr. Me llevé bolsos puestos,
gente puesta y puteadas puestas. La gente me impedía el paso. Por un
instante fabulé que arrancaba el martillito rojo de emergencias y hacía
un túnel en el vidrio. Estuve a punto de gritarles a todos que me estaba
muriendo y que ninguno estaba cooperando para que eso no
sucediera...
Parecía una participante de un programa para ganar plata conducido
por Julián Weich. Tenía que bajarme y correr. Me llevé bolsos puestos,
gente puesta y puteadas puestas. La gente me impedía el paso. Por un
instante fabulé que arrancaba el martillito rojo de emergencias y hacía
un túnel en el vidrio. Estuve a punto de gritarles a todos que me estaba
muriendo y que ninguno estaba cooperando para que eso no
sucediera...
- ¿Qué hizo?
- Me
bajé. La gente que pasaba me miraba. No había bolsillo en el
que cupiera mi cara de espanto o mis extremidades agarrotadas.
Caminé unas cuadras y terminé protegiéndome en el garaje
de un edificio de la Avenida Las Heras. Me sentía como una rata
asustada escondida en una guarida. Pensé en llamar a Martín,
pero sentí que de alguna manera no era lo correcto.
que cupiera mi cara de espanto o mis extremidades agarrotadas.
Caminé unas cuadras y terminé protegiéndome en el garaje
de un edificio de la Avenida Las Heras. Me sentía como una rata
asustada escondida en una guarida. Pensé en llamar a Martín,
pero sentí que de alguna manera no era lo correcto.
-¿Quién es Martín?
- Mi ex novio. Entonces llamé a mi mamá
y lo tenía apagado. Por
último se me ocurrió llamar a mi hermana. Necesitaba contarle a
algún conocido que me iba a morir. Después de cuatro o cinco tonos,
por suerte, me atendió.
- ¿Qué le dijo?
último se me ocurrió llamar a mi hermana. Necesitaba contarle a
algún conocido que me iba a morir. Después de cuatro o cinco tonos,
por suerte, me atendió.
- ¿Qué le dijo?
- ML, me voy
morir.
- ¿Cómo
ves lo dicho, ahora?
- Exageré. No estaba en la camilla de un hospital con una enfermera
en mi lecho sosteniéndome el celular para que recitara unas últimas
palabras a mi familia. Fui una boluda. Pero siento que ella respondió
de otra forma aún más boluda.
en mi lecho sosteniéndome el celular para que recitara unas últimas
palabras a mi familia. Fui una boluda. Pero siento que ella respondió
de otra forma aún más boluda.
-¿Qué te respondió?
- Con una
pregunta: ¿te vas a morir?
Dejamos el episodio de lado. Hablamos de cómo estaba compuesta mi
Dejamos el episodio de lado. Hablamos de cómo estaba compuesta mi
familia. Me dijo que lo que sucedió fue indudablemente un ataque de
pánico. No quiso diagnosticarme más y me aconsejó que hasta que no
avancemos un poco evitara salir a la calle. Va a volver el próximo
viernes. Eso quiere decir que me voy a tener que acostumbrar a sus
dientes.
pánico. No quiso diagnosticarme más y me aconsejó que hasta que no
avancemos un poco evitara salir a la calle. Va a volver el próximo
viernes. Eso quiere decir que me voy a tener que acostumbrar a sus
dientes.