Es el segundo día que no pude ir. Ni
bien entré a mi departamento dejé todo lo que cargaba, me desnudé y dentro de
la ducha lloré. Lloré todo lo que mi termotanque daba. Nadie quiere un ataque
cardíaco en un colectivo roñoso atiborrado de desconocidos con fragancia a cola
de otoño, yo no soy la excepción. El médico vino alrededor de las 15 hs. Era un
freezer que zarandeaba un nido blanco en la pera. Por un momento imaginé que
en vez del estetoscopio traía regalos. Traté, pero no pude evitar deshacerme de
la idea de un árbol genealógico encabezado por Papá Noel.
- Cuénteme, ¿qué le pasó?
- Creo que tuve un infarto.
Me miró con la cara torcida. Con ese
comentario, por mí, sus siete años de estudio se podían ir bien por la
tangente, por eso me respondió lo siguiente:
- Ajá, ¿y qué más?
Tomé su cara de pocos amigos como una invitación a
callarme y evité por el día sentirme más estúpida. Me revisó lo que creyó
pertinente.
-¿Usted
fuma?
- Sí
-¿Cuánto
fuma?
- Depende
el día.
-¿Cuánto
fuma?
- Un
paquete y medio por día.
- No le
digo que no fume, pero evítelo. Evite también el café,
cafiaspirinas, bebidas energizantes. Nada de ansiolíticos.
cafiaspirinas, bebidas energizantes. Nada de ansiolíticos.
Pensé que ahí terminaba todo, pero agregó algo que
no quería escuchar:
- Es mejor
que consulte a un psiquiatra, lo suyo es emocional.
Cerró su
maletín dando la consulta por terminada. Entendí que hacer otro tipo de
pregunta estaba de más. Así que, dejó unos papeles y se fue. Calculé dos minutos
antes de habilitar el portero. Me preparé un cortado, encendí un cigarrillo
y me acomodé para pensar qué dijo cuando se refirió a “lo suyo es emocional”.
Se me cruzaron mil imágenes que pensé analizar en otro momento. Llamé
nuevamente al trabajo y hablé con Joaquín, el responsable del diseño en la productora y le dije que tenía extensión para dos días. Llamé a mi amiga Laura
que apenas atendió, me inundó de noticias. Cuando colgué, me había olvidado para
qué la necesitaba, así que la volví a llamar y brevemente le expliqué
obstinadamente mi pre infarto. Quedamos en que mañana me lleva en auto a consultar con el “doctor de lo emocional”.