domingo, 3 de junio de 2012


A falta de una, tuve que soportar a dos. Además de traerme víveres y una docena de facturas, mi mamá también trajo a Nora, su mejor amiga. 
Me sentí como en una probeta presa de las miradas negativas de dos especialistas. Me pareció que Nora solamente vino a contemplarme de cerca para corroborar con sus propios ojos la veracidad de los comentarios que mi mamá le fue soltando en sus largos parloteos telefónicos de tarifas internacionales. 
Sospeché que imaginaba que estaba mirando en vivo el capítulo de algún reality de enfermos mentales, en la espera impaciente de un punto de tensión porque la tenía sentada frente a mí, examinándome absorta mientras yo deglutía sin pausa tres bolas de fraile rellenas con dulce de leche. ¡Qué me importa!, por facturas hasta me dejo sacar fotos. Cuando se aburrieron de mirarme sugirieron una partida de scrabble, pero antes de que Nora empezara a desmantelar las fichas de la bolsa de compras, las eché.