sábado, 28 de julio de 2012

Todavía no llegaron y por culpa de Maxi estoy con un humor de perros. Para colmo, después del violento intercambio de palabras que tuvimos, me dejó decorando sola con las porquerías made in China que logró recolectar.
A mí me tocó fregar el piso, repasar los muebles y acomodar. Él se encargó de la parte más sencilla, sin embargo, su misión fue un completo fracaso: le dije que me trajera un paquete de globos con colores surtidos, y volvió con tres bolsitas de bombuchas rebozadas y pegoteadas por un polvo blanco. 
Le anoté en mayúsculas que comprara un cartel que dijera "feliz cumpleaños", pero únicamente consiguió un ovillo de guirnaldas hawaianas, alérgicas a la cinta scotch (para conseguir que colgaran armoniosamente sobre la pared del pasillo tuve que mutilar todos los extremos con un cuchillo, y luego enhebrarlas con un hilo de matambre trenzado artesanalmente). 
Pero lo peor de todo fue que le había subrayado con tres colores distintos que necesitábamos urgentemente dos docenas de platitos descartables blancos y lisos, y no sólo no me trajo la cantidad que quería (me trajo una docena), sino que también compró unos originales cacharros de melamina blanca con el logotipo del Dakar en el centro.