Como en una película de suspenso, escuché unos pasos fofos que se acercaban lentamente por el pasillo. De manera insegura, vi como un volante con una súper oferta de un pollo
rostizado con fritas a $60 de “Lo de Paco Delivery”, se asomaba por debajo de mi puerta.
En el reverso estaban las especialidades que ejercían mis vecinos. Además de
enterarme la buena noticia del pollo y de que había una ginecóloga, encontré lo
que precisaba: una terapeuta. Después de deambular por los tres ambientes y jugar
con Capitán, me armé de fuerzas y llamé.
Me atendió Miriam, la asistente de Clara, la terapeuta, que brevemente me pidió que detallara para qué quería
un encuentro. Para mi buena suerte Miriam consiguió ajustarle un poco la agenda. Tengo horario para el viernes y a domicilio, como el pollo.