Laura piensa que le gusto al vecino. Quizás
tenga razón, porque sino, no me hubiera invitado a salir.
Como justo me estaba depilando lo atendió ella,
y se cayeron muy bien. Un minuto bastó para que tomaran confianza. Tanta
confianza que a Laura se le escapó su sobrenombre:
-¡Ajá! El famoso "Sin Cara”...
Y Nacho que no entendía nada se quedó callado sin saber que contestar. Corrí al hall con la axila derecha encerada antes de que a mi amiga se le ocurriera
explicarle que "Sin Cara" era el sobrenombre con el que se me había ocurrido bautizarlo
cuando aún no lo conocía. Como buena cómplice, Laura, se escondió en el
marco de la puerta y estiró la oreja cuanto pudo, sin perderse ningún
detalle. Necesitaba su escucha atenta para el análisis posterior.
Me da un poco de temor igual. No sé a que se
refirió con "salir"; él sabe que no puedo estar mucho tiempo fuera de
casa. Con Laura dedujimos que me va a invitar a cenar al bar de la esquina.
Pero hay una pieza que no encaja. Nacho dijo que quería darme una sorpresa y
si bien, una cena un viernes por la noche en el barcito para mí es toda una
novedad, de ninguna manera cabe en la categoría de sorpresas.
Remató la invitación mostrándome su dentadura de galán de cine y me derretí. Algo tenía que pasar. Mi axila rompió el
momento de seducción:
- ¡Cuidado!
Gritó señalándome la pegatina verde en forma de hilos que había comenzado a chorrear en el piso por la presión del brazo. Le di un beso en el
cachete y cerré la puerta antes de que cambiara de opinión.