Hoy mi computadora es una potencial víctima de la violencia doméstica. Llegué a un acuerdo con Joaquín, el jefe de diseño de la
productora y por este período de licencia voy a dedicarme a la corrección de
las fotografías tomadas por mis colegas. Esto demuestra que mi trabajo está colmado de capitalistas
que encuentran inclusive, la manera de explotarte con licencia psiquiátrica part-time
desde casa. Si bien
están siendo pacientes conmigo, juro que no me faltaron las ganas de
teletransportarme hasta la productora y lanzar a modo de frisbee, CDs vírgenes para decapitar a los responsables de esta decisión. Cuando Joaquín me anunció que mi sueldo iba a bajar a un 20% concluí que, por ser el vocero de estos miserables, su imaginaria muerte tenía que ser diferente, y me encontré fantaseando con que lo estrangulaba pausadamente con los bucles del teléfono. Mientras se excusaba por "no poder hacer nada", decidí enmudecer con una bola de fraile que rescaté de la docena de ayer, y omitir la vez que se ausentó un mes para irse a pasear a Búzios con su amante, la recepcionista de cera (tiene retocado hasta el
mentón). Yo era nueva en la empresa y me abandonó haciéndome responsable de todo el personal, sin embargo, jamás le interrumpí sus brindis con cocos forrados de paraguitas de colores para
atormentarlo con mis inseguridades.