Empezamos la noche de mujeres descorchando un vino tinto que aportó Franco, el marido de Laura, y terminamos podando tiritas de papel higiénico con formas de
Kleenex. Después de soltar el último sollozo, Laura se desplomó en el medio de
la cama matrimonial, aferrándose a las patas de Capitán. Últimamente el
pronóstico de nuestras reuniones son desfavorables. La del mes pasado terminó cancelada porque Luqui, el hijo de Laura, tuvo el
capricho de perpetuarla en el sillón para mirar en familia por milésima
vez "El Espantatiburones". Luqui cerró
la puerta de entrada y escondió los juegos de llaves de la casa. Después de una
larga noche de pesquisas, descubrieron que estaban enterradas dentro de la panza
de un Transformers. Para Laura la única culpable del incidente fui yo, por
obsequiarle a mi ahijado juguetes desmontables, que según sus palabras: “fomentaron la búsqueda del
tesoro”.
Las primeras gotas se asomaron cuando enganchamos "Los Puentes de Madison". Laura aborrece esta película y cada vez que la mira se indigna por lo mismo:
Las primeras gotas se asomaron cuando enganchamos "Los Puentes de Madison". Laura aborrece esta película y cada vez que la mira se indigna por lo mismo:
-¿Responsabilidad
versus felicidad?, no es creíble. Yo admiro
a Meryl Streep, pero en esta película interpreta a una
boluda.
El
chaparrón llegó después de estudiar el Facebook de nuestros objetos de
obsesión. Desde la cuenta de Laura, revisé incansablemente las fotos de Martín.
Cuantos más álbumes abría más metros de papel aromatizado necesitaba para
serenarme. Martín me había borrado de todas las fotos, inclusive en las que aparecía
como extra improvisando gestos similares a los de Cuasimodo. Lo que más tristeza me dio fue ni siquiera estar etiquetada por error. Después de consolarme, Laura quedó
hipnotizada con la información que Celeste, su rival en el tercer año de la
facultad de derecho, había hecho pública en el perfil. Leía en voz alta y se
ayudaba con el dedo índice derecho, para repasar lo anteriormente leído. Por un momento pensé que iba a terminar perforándome el monitor. Con círculos imaginarios envolvió furiosamente el
estado de soltería que Celeste daba a conocer, y encuadró más de una vez, el
cargo que indicaba estar ocupando en el Poder Judicial de la Nación. Todo
empeoró con las fotos tomadas dentro de un Free Shop en la que se veía a la enemiga de Laura,
pasear con un changuito ocupado por siete bolsos “Louis Vuitton” apelmazados
uno sobre otros. Su dedo terminó flotando en el aire. Fue ahí,
cuando se tiró en la cama y abrazó a Capitán. Como siempre le gustaron
más las Rhodesias, ni siquiera intenté sobornarla con una Tita.
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